A pesar de que la muerte es algo común y natural, algo que todos hemos vivido o vamos a vivir, sigue siendo un tema tabú actualmente en la sociedad occidental. La intención de este empeño por evitar este tema es (aparentemente) la de protegerse. ¿Protegerse de qué? Del sufrimiento, parece ser. Pero, si nos paramos a pensar, ¿de verdad estamos evitando el dolor que conllevará enfrentarnos a esta situación? Si es algo que vamos a tener que vivir tarde o temprano, ¿no sería mejor poder tratarlo con más naturalidad? ¿De verdad nos estamos protegiendo del dolor al aislarnos de una realidad? Pongo estos interrogantes encima de la mesa para que los lectores puedan valorar por ellos mismos.
El proceso de duelo
El duelo es el conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que siguen a la pérdida de una persona con la que el sujeto en duelo estaba psicosocialmente vinculado (Tizón 2004). Es una respuesta emocional normal y adaptativa asociada a una pérdida, una experiencia universal que todos hemos vivido o vamos a vivir. El duelo es un proceso dinámico y multidimensional que evoluciona a través del tiempo, a pesar de que en el momento del dolor emocional el doliente tiene la impresión de que el mundo se paraliza.
Cuando hablamos de duelo, no sólo nos referimos a la muerte de un ser querido, si no que incluye cualquier tipo de pérdida significativa para la persona: pareja, estatus, trabajo, ciclo vital, etc.
Cada uno de nosotros experimentamos este proceso de manera distinta. Es más, una misma persona experimentará diferentes duelos de forma distinta. ¿Por qué? Porque cada pérdida conlleva diferentes circunstancias y son muchos los factores implicados en el proceso. A continuación os muestro algunos factores de riesgo que nos alertarían de la posibilidad de sufrir un duelo complicado.
Categoría | Circunstancias |
Naturaleza de la muerte | -Muerte a edad no natural (p.ej. de niños o jóvenes). -Muerte súbita (p ej.: accidente de tráfico) o inesperada. -Muerte traumática (p. ej. homicidio) -Muerte estigmatizada (p.ej. SIDA, suicidio). -Evolución traumática de la enfermedad: mal control de síntomas, sobre todo dolor o disnea, malas relaciones con el personal sanitario, etc.
|
Factores personales del doliente | -Muy joven (niño, adolescente) o muy anciano – Antecedentes de trastorno psiquiátrico (p. ej. depresión). -Trastornos de personalidad, baja autoestima, ansiedad, alcoholismo. -Pérdidas acumuladas: fallecimientos repetidos más o menos recientes de familiares muy cercanos. -Duelos previos no resueltos.
|
Naturaleza de la relación con el fallecido | -Intensa dependencia económica o social. – Ambivalente: por infidelidades, alcoholismo, malos tratos, etc.
|
Factores familiares y sociales | -Disfunciones familiares: mala cohesión, relaciones conflictivas, mala comunicación. -Aislamiento social (p.ej.: inmigrantes). -Falta de recursos económicos. -Ausencia de un entramado social o familiar de soporte adecuado
|
Extraído de la Sociedad Española de Oncología Médica (2008)
¿Cuándo buscar ayuda?
No todas las personas que sufren una pérdida necesitan ayuda profesional para recuperarse. Sin embargo, hay personas que a pesar del tiempo transcurrido, sin incapaces de recomponerse, el dolor sigue siendo muy intenso y este malestar le acaba impidiendo su funcionamiento normal en la vida. Neimeyer, en su libro Aprender de la pérdida nos muestra una serie de manifestaciones qué nos indicarían que es hora de pedir ayuda a un profesional.
- Intensos sentimientos de culpa, provocados por cosas diferentes a las que hizo o dejó de hacer en el momento de la muerte del ser querido
- Pensamientos de suicidio que van más allá del deseo pasivo de estar muerto o de poder reunirse con su ser querido
- Desesperación extrema; la sensación de que por mucho que lo intente nunca va a poder recuperar una vida que valga la pena vivir
- Inquietud o depresión prolongadas, la sensación de estar “atrapado” o “ralentizado” mantenida a lo largo de periodos de varios meses de duración
- Síntomas físicos, como la sensación de tener un cuchillo clavado en el pecho o una pérdida sustancial de peso, que pueden presentar una amenaza para su bienestar físico
- Ira incontrolada, que hace que sus amigos y seres queridos se distancien
- Dificultades continuadas de funcionamiento que se ponen de manifiesto en su incapacidad para conservar su trabajo o realizar las tareas domésticas necesarias para la vida cotidiana.
- Abuso de sustancias, confiando demasiado en las drogas, alcohol o fármacos para desterrar el dolor de la pérdida
Si quieres más información sobre el proceso de duelo y su intervención terapéutica la puedes obtener en mi artículo Terapia en duelo: Una perspectiva integradora Y si estás pasando por una pérdida importante en tu vida y crees que puedo ayudarte, puedes contactar conmigo, resolveré todas tus dudas.
Escribe un comentario