La agorafobia es uno de los trastornos de ansiedad más común hoy en día, sin embargo existe una idea bastante distorsionada sobre en qué consiste, incluida yo misma, que, al documentarme para escribir sobre ello, he aprendido cosas sobre este trastorno que desconocía y que me han llamado mucho la atención.
La agorafobia consiste en un miedo intenso a lugares donde difícilmente se pueda recibir ayuda o escapar, lo cual hace la persona que lo padece, al querer evitar estas situaciones, limite sus movimientos y se quede “aislada” en un lugar que considere seguro.
La agorafobia no aparece así porque sí, todas las personas que han padecido este trastorno han vivido alguna experiencia fisiológica negativa aislada, es decir, la persona, por otras causas psicológicas como nervios, estrés, problemas en el trabajo, en la familia o en los estudios, sufre alguna alteración fisiológica, como podría ser un desmayo o un ataque de ansiedad con dificultades de respiración. Tras esta mala experiencia, la persona empieza a sentir miedo a que pueda volver a ocurrir en cualquier momento o lugar, y será este miedo el que desencadene el trastorno de la agorafobia, el miedo al miedo de volver a tener una crisis, provocando un aislamiento límite que impide poder llevar una vida normal.
Tratamiento para la agorafobia
El paciente que sufre agorafobia creerá que la única solución son las conductas de evitación (no asistir al trabajo, a clase, a una comida con los amigos, etc) pero nada más lejos de la realidad, esto sólo hará que el problema se haga más fuerte.
Para intervenir en un caso así, inicialmente hay que pasar por un periodo educativo, el psicólogo y el paciente deberán de buscar el origen del problemas, posibles causas y sobretodo proporcionarle al paciente toda la información sobre dicho trastorno y de cómo se podrá tratar. Posteriormente se le enseñarán algunas estrategias para afrontar posibles crisis, como técnicas de relajación, de respiración y control de pensamientos negativos, esto aportará al paciente cierta seguridad de autocontrol ante el miedo de poder sufrir otro ataque de pánico. Una vez el paciente dispone de las suficientes estrategias, se le irá haciendo una paulatina exposición a situaciones a las que tema, siempre de manera muy gradual y personalizada (habrá que adaptarse al ritmo y capacidades de cada caso). Por último se hará un seguimiento terapéutico, de manera que el paciente irá tomando consciencia de lo trabajado hasta el momento y poco a poco irá desdramatizando lo que tanto temía.
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